martes, 16 de agosto de 2011

Capítulo tres.

 Iiiiiiiiiiii, jijijiji, permitid que me ría yo sola. Solo soy Patricia, este capítulo lo he escrito yo porque mientras estaba en Noruega me habían entrado ganas de seguirlo muahaha. No sé cómo se lo tomará Mercedes, pero bueno... Aquí os lo dejo, y, ¡espero que os guste! :33
Patricia. 
PD.: Patri, gracias por ser la única en comentar, ¡adoro tus comentarios! Te quiero. :3

Ale: ¿Qué haces aquí?
...: No, perdona, que haces tú aquí. Ésta es mi casa, ¡y encima has pisado mis gafas! - dijo recogiéndolas del suelo.
Ale: Bueno, vale, te compraré otras gafas, pero ésta es mi casa. Mis padres me la han comprado para pasar el verano aquí.
...: Pues te has equivocado, guapa. Aquí vivo yo con mis amigos.
Ale, suspirando, buscó el papel donde sus padres le habían apuntado la dirección para comprobar que estaba en la casa correcta, pero no lo encontró. Se lo había quedado el taxista.
Ale: ¡Vaya, mierda! El papel donde tenía apuntada la dirección se lo ha quedado el taxista. Llamaré a mi padre.
El chico suspiró profundamente, se estaba hartando. ¡¿Pero quién se creía para entrar en su casa y, encima, romper sus gafas preferidas?! Ésta tía era tonta. Bueno, la verdad es que se estaba pasando con ella. Le había pedido perdón y decía que le iba a comprar unas gafas nuevas, pero aun así estaba enfadado con ella y no pensaba perdonarla. ¡Qué cara!
Ale sacó su móvil y marcó el número de su padre.
Tras un rato de hablar con él, y tener al otro chico pegado a su espalda pendiente de la conversación, colgó y se dio la vuelta suspirando. Se encontró al chico, muy pegado a ella. Tanto, que pudo ver con claridad la cantidad de pecas que tenía por la cara. ¡Joder, qué pecoso era el tío!
Ale: Anda, quita - le dijo apartándole con la mano.
...: Vivo aquí - dijo él borde -, no me pienso mover. Dime qué te ha dicho tu padre.
Ale abrió mucho los ojos.
Ale: Pues, me ha dicho una cosa que anteriormente no me había dicho.
...: ¿Y es...? - dijo cortándola.
Ale: Si me dejases acabar, te lo diría.
El chico puso los ojos en blanco y no dijo nada, como esperando a que ella hablase. Pero no lo hizo. Cogió su maleta, le dio la espalda, y se fue por donde se había ido.
...: ¡EH, TÚ! ¡QUE ESTOY AQUÍ!
Pero ella no le hizo caso y se fue donde Carolina y María se encontraban, para contarles un pequeño cambio en sus vacaciones tan esperadas.
María se estaba descojonando. Carolina había vuelto dar a alguien, y no cualquier persona, sino el mismo chico de pelo teñido y un piercing en el labio al que había dado en el aeropuerto.
Carolina se llevó las manos a la boca sorprendida, y en vez de pedirle perdón, se limitó a preguntar, extrañada:
Carol: ¿Qué cojones haces en nuestra casa? - dijo frunciendo el ceño y apartando su maleta para que Ale pudiese pasar.
Ale: Chicas, os tengo que contar una cos... - se calló al ver al chico con las manos en la nariz, llenas de sangre, y maldiciendo a Carolina -. Ésta es una de ellas - dijo señalando al chico.
...: ¡Dougie!, ¿qué te ha pasado? - dijo el chico pecoso abriéndose paso entre las maletas.
El chico no habló, simplemente entró en la casa, acompañado del otro chico, y cerró la puerta tras sí, no sin antes insultar a Carolina.
Carolina: ¡Joder, qué humos! - dijo llamando a la puerta -. Aunque bueno, creo que me lo merezco siendo el mismo que el del aeripuerto...
Ale: ¡¿ES EL MISMO?! - y empezó a descojonarse.
María: Eres más torpe y gafe que yo que sé - dijo todavía sin parar de reírse.
Carol: Gracias, chicas, yo también os quiero - dijo llamando de nuevo a la puerta.
Ale: No, no llames, os tengo que contar una cosa primero.
María: Sí, creo que nos debes varias explicaciones.
Carolina y María se callaron, esperando a que Ale dijese algo. Y justo cuando iba a decir algo, se calló y puso la cara más rara del mundo, con todos los gestos posibles.
María y Carol, extrañadas ante la cara de Ale, se dieron la vuelto para ver lo que Ale estaba viendo, y se encontraron a un chico de ojos azules y mechas rubias, estampando su cara contra el cristal de una ventana y mirándolas.
Cuando éste se dio cuenta de que le estaban mirando, las saludó con la mano y luego desapareció tras la cortina para abrir la puerta inmediatamente.
Él: ¡Ey, hola! ¿Qué tal? Me llamo Harry -dijo todo muy seguido sin dar tiempo a reaccionar a las tres chicas -. Oye, ¿no eres tú la que le ha dado el portazo a Doug en el aeropuerto? - dijo señalando a Carol - que sepas que está molesto y creo que está enfadado contigo. Bueno, ¿cómo os llamáis? Yo Harry - dijo dando la mano a Ale.
Ale: Si eso ya lo has dicho, haha... Yo me llamo Alejandra, llámame Ale - dijo adelantándose y dándole dos besos.
Harry: Encantado - dijo sonriendo. Una sonrisa preciosa. Demasiado. El chico era perfecto para María. En seguida le miró embobada -. ¿Tú te llamas...? - dijo mirando a María y pasando una mano por delante de sus ojos.
María: Eh, eh... Ah, sí, haha, María, encantada - dijo esperando a que él le diese dos besos, pero no. Fue una situación un poco incómoda. María sonrojada fue entonces a darle a él los dos besos, y él también iba a ello, e iban en la misma dirección, por lo que casi se daban un beso - Perdón, haha - dijo si saber qué hacer.
Harry se rio y le dio un abrazo.
Carol: Yo me llamo Carolina, llámame Carol - dijo sonriendo. Harry le dio dos besos.
Harry: Y, bueno... ¿Qué hacéis aquí? ¿Cómo habéis abierto la puerta...?
Ale: Ah, eso es lo que os tengo que contar chicas - dijo dirigiéndose a ellas -. Bueno, ya que estamos, os lo digo a todos. ¿Podemos entrar?
Harry: Ah, sí, sí, por su puesto - dijo extendiendo un brazo hacia la puerta para que las tres chicas con sus maletas pasasen -. Cómo si estuvieséis en vuestra casa.
Ale: Eso tiene gracia haha, va de ello.
Harry la miró extrañado y frunciendo el ceño y cerró tras sí la puerta.

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